lunes, 13 de junio de 2011

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Volviendo a ser un fantasma con la oreja pegada a una puerta con llave, intentando escuchar en un susurro al menos, una palabra, un signo de cambio. El sueño, estúpido, tan banal, que aguarda al borde de un precipicio. La utopía dorada de un tiempo sin víboras ni miedos, sin una guillotina de prejuicios apuntando a tu sien. Yo? Yo regue mi suelo de ideas, de llanto, de risa, de bien y de mal, blanco negro y gris. Desarmarme en cuerpo y alma por ser parte de un factor de cambio. Y luego, terminar cediendo bajo la desesperanza, el cansancio, la necesidad de poner la cabeza en la almohada y volver a soñar. Por que sin sueños, no hay objetivos, y sin objetivos, no hay vida.

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